UN DECRETO, LA SEGURIDAD NACIONAL Y 25 AÑOS DE IMPUNIDAD

Buenos Aires, 12/12/2019

La presión de Israel y la dirección judía local para imponerle al nuevo gobierno su rumbo y política, acusar a Hezbollah por la voladura de la AMIA y vetar a quien era candidata a Ministra, no pudo esperar siquiera la asunción de Alberto Fernández. La escalada trepó hasta cancelar el viaje de la delegación oficial israelí prevista para saludar al nuevo presidente.

Tanto la Cancillería de Israel como la DAIA presionaron para mantener un registro contra el “lavado de activos” – conocido como decreto contra Hezbollah- como centro de la preocupación por la seguridad nacional. 

Dijeron que "Es un paso necesario para la lucha contra el terrorismo internacional” (La Nación 05/12) y que “la justicia argentina determinó que (los atentados) fueron ejecutados por Hezbollah, lo que fue corroborado por nuestra Corte Suprema" (Clarín 04/12/19). En el mismo sentido intervino el titular de la UIF, Mariano Federici, al participar del XVI Foro Parlamentario de Inteligencia y Seguridad junto al hijo del Presidente de Brasil, Eduardo Bolsonaro.

Invocar como principio de “verdad” la autoridad de la Corte, los jueces o las instituciones del Estado, es una falacia. Además, tampoco es cierto que la Corte haya “corroborado” nada.

Ni el juez de la causa ni la Corte Suprema determinaron que Hezbollah fuera el autor del ataque a la AMIA. La versión que los acusa junto a Irán de ser responsables del atentado la fabricaron Israel y el Estado argentino a pocas horas de ocurrido el crimen, cuando acordaron en riguroso secreto acusar al “terrorismo internacional” y sostener una versión común de los hechos. Lo hicieron mucho antes de que se conocieran las evidencias de la responsabilidad local. De esto sí hay muchas pruebas y no sólo informes acomodados de Inteligencia local y extranjera.

Estas versiones aún se mantienen en pie no por su condición de verdad ni de seriedad, sino gracias al acuerdo político profundo entre ambos Estados, sostenidas también en el lobby local, las operaciones judiciales y mediáticas.

El decreto de Macri contra Hezbollah y el llamado terrorismo internacional -que Israel y los Estados Unidos quieren preservar- es la manifestación tardía de una alianza que, con acuerdos más o menos sólidos, con marchas y contramarchas, se tejió a lo largo de 25 años.

Puso al Estado argentino en línea con las “nuevas amenazas” definidas por el Pentágono y la OTAN y, de paso, lo excusó de cualquier responsabilidad en la comisión del atentado.

Fue, al mismo tiempo, un aporte para estructurar la política internacional del Estado nacional junto a sus socios y el resultado de tantos años de impunidad.

Presentarlo como un aporte a la investigación –como pretende la cancillería de Israel- o como el supuesto resultado de una investigación de los atentados –al decir de la DAIA- es una infamia, un desprecio por la verdad.

Después de casi siete años de debates y dos juicios, el Tribunal Oral que juzgó el encubrimiento concluyó que “el Estado Argentino ha reconocido su responsabilidad por el atentado que tuvo lugar en la sede de la AMIA/DAIA” (Fundamentos de la Sentencia, 03/05/19, págs. 223/4). Quedó probada la responsabilidad de altos funcionarios del Poder Ejecutivo y del Poder Judicial en una maniobra global de encubrimiento. Aunque parezca un chiste, hay que reiterar que el ex juez, los ex fiscales, los ex jefes de la SIDE y policías no fueron condenados por ser agentes de Irán o Hezbollah. Fueron condenados por el encubrimiento del atentado que organizó el Estado nacional.

Pero hasta hoy, la política de Estado no cambió ni está a la altura de esa condena.

Aún sin referirse en concreto al caso AMIA, el Presidente Fernández prometió que va a combatir las operaciones políticas que involucraron a los Servicios de Inteligencia, a jueces y medios.

¿Lo hará también para facilitar la investigación del atentado a la AMIA? El Poder Ejecutivo, el Congreso y el Poder Judicial pasaron casi 26 años haciendo operaciones y maniobras de todo tipo mientras las pruebas que revelan el involucramiento del Estado en el crimen están celosamente protegidas en archivos aún secretos.

La presión de Estados Unidos e Israel sobre el nuevo gobierno para continuar con el “alineamiento internacional” tiene como contracara la impunidad de este crimen de terrorismo de Estado cometido en democracia.

Derogar o no el decreto no es inocente ni inocuo… Es una señal y una definición sobre los límites que el gobierno tendría para terminar con esas “operaciones políticas”.

Investigar el atentado y terminar con la impunidad no es todavía ni una declaración ni un compromiso del nuevo gobierno. Es una deuda que el Estado tiene para con toda la sociedad, no sólo para con los familiares de las víctimas. 

Los antecedentes de tantos años no permiten ser optimistas respecto del futuro de las intenciones del gobierno. Pero si el Presidente Fernández realmente quiere terminar con las “apretadas” y operaciones locales o internacionales, tiene una oportunidad formidable.

Se trata de constituir una Comisión Investigadora Independiente en el Congreso nacional como ya la apoyaron muchos diputados de los distintos bloques. Una Comisión integrada por personalidades intachables del quehacer político, cultural, de derechos humanos, junto a familiares de las víctimas, que con los archivos secretos y pruebas en su poder, pueda comenzar de una vez por todas una investigación integral del crimen de la AMIA.

Una Comisión Investigadora como la propuesta ayudará a consolidar una política nacional independiente. 

NOTA: Publicado en diario Clarín del 12/12/2019 en formato on line. Ver: 
En la edición impresa de Clarín del mismo día, en la página 31, se publicó una versión editada de este artículo. 

Homenaje de lxs trabajadorxs de la Fiscalía a las víctimas del atentado a la AMIA

Buenos Aires, 18 de julio de 2019

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Hoy se cumplen 25 años del atentado más terrible de nuestra historia. En este día especial, nosotros elegimos conmemorar a las víctimas de aquél hecho infame. Por ese motivo, hoy colocamos sus fotos en la Unidad de la Fiscalía que investiga la causa, junto a lxs trabajadores comprometidos con el esclarecimiento y condena de los responsables. 

Hace tiempo, comenzamos una fuerte tarea gremial en el sector con el convencimiento de que no se trata de una tarea sindical más, sino que cada logro laboral -aumento de personal, respeto de los derechos de los trabajadores, condiciones dignas de trabajo- redunda directamente en las posibilidades ciertas de llegar algún día a tener memoria, verdad y justicia para las víctimas y sus familiares.

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25° ANIVERSARIO DEL ATENTADO A LA AMIA

¿VERDAD Y JUSTICIA…O MEMORIA?

Por Laura Ginsberg y Pablo Gitter


Hace dos meses, el Tribunal que juzgó el encubrimiento concluyó: “el Estado Argentino ha reconocido su responsabilidad por el atentado que tuvo lugar en la sede de la AMIA/DAIA” (págs. 223/4, Sentencia 3/5/19).

El gobierno y la oposición ocultan esta conclusión, pretenden ignorar su significado y no hablan de las consecuencias que implica.

Aunque los jueces se limitaron a juzgar delitos de encubrimiento, dejaron en evidencia que la participación del Estado en el atentado excede la fabricación de pruebas y el armado de una investigación y una causa judicial.

Los equipararon a un crimen de Lesa Humanidad pero resolvieron con “una de cal y otra de arena”: condenaron al exjuez, a los exfiscales, a los titulares de la SIDE y de las fuerzas de seguridad, pero liberaron a Menem y a Beraja, su socio político.

La política de Macri va en contra de lo resuelto. En vez de profundizar la investigación en el sentido que expresa la sentencia, organiza una campaña de propaganda internacional junto al Congreso Judío Mundial para decir que el atentado “está esclarecido” echándole la culpa a Irán y/o Hezbollah.

¿Qué nuevas pruebas tienen cuando el juez de la causa, Canicoba Corral, dijo que la pista iraní es sólo una hipótesis?

Asistimos al final de un ciclo y nadie espera que haya Justicia.

Mientras los jueces reconocieron -aún de manera limitada- el compromiso del Estado nacional y sus funcionarios en el atentado, el gobierno se pasea en eventos internacionales reclamando Justicia, pero no se propone esclarecer nada.

Para Avruj, están embarcados en “un camino sustentado en la memoria” (La Nación, 26/6/19).

El concepto de Justicia no se basa en “Memoria”. Es lo opuesto a cualquier investigación judicial, que se basa en pruebas. Así confunden a toda la sociedad.

Con esta nueva política presentada como un logro, se consolidan 25 años de NO investigación. Esa es la política de Estado.

Para investigar es necesario abrir los archivos que aún mantienen cerrados.

Dos años atrás, el gobierno pretendió poner esa documentación que es prueba en la causa AMIA, en manos de empresas pantalla de la CIA y del MOSSAD. Se lo impedimos judicialmente, obligándolos a retroceder.

Ahora quieren direccionar la investigación para “llenar casilleros en blanco”, según uno de los subordinados de Avruj (Clarín 14/7/19). ¿No es esto otro capítulo de la fabricación de pruebas que condenó el Tribunal?

El Procurador Casal y el nuevo Fiscal no se oponen a ello: son responsables del vaciamiento de hecho y hasta ideológico de la Fiscalía. 
En estas condiciones, el gobierno pretende imputar a Irán mediante una Ley de Juicio en Ausencia, con el acuerdo de la DAIA y todos los partidos. La ministra Bullrich explicó sin filtro: “vamos a lograr por lo menos sentir que los pudimos juzgar” (La Nación 6/1/19). Cambiemos, el PJ y el kirchnerismo se alinean en una misma política internacional y exculpan al Estado argentino. 

El decreto para declarar terrorista a Hezbollah es parte de la campaña del gobierno comprometida con Pompeo e Israel.

A contramano de la ONU y la Unión Europea -que no los acusa -, usan el atentado a la AMIA como excusa para disolver la diferencia entre las políticas de Defensa y de Seguridad Interior y presentar al Estado como líder antiterrorista en la región.

Contra esta política de Estado, la necesidad de abrir los archivos secretos y constituir una Comisión Investigadora Independiente es una condición para esclarecer el crimen e impulsar el Juicio y Castigo a todos los culpables. 
Este es el camino de Memoria, Verdad y Justicia para superar la impunidad que sufrimos los argentinos durante tantos años en democracia.


Este texto fue publicado en la versión impresa de Clarín el 17-7-19

DECLARACIÓN ANTE LA SENTENCIA DEL JUICIO POR “ENCUBRIMIENTO”


Buenos Aires, 3 de marzo de 2019 
“Señoras, Señores…. El juicio terminó”

Con la solemnidad de estas palabras, el Presidente del Tribunal Oral dio por finalizado el segundo juicio vinculado al atentado a la AMIA. En realidad, lo que terminó es mucho más que un juicio. Es el final de un ciclo.

Como reflejo de la presión social por lograr condenas en esta causa por irregularidades y delitos varios, hubo más condenas de las que esperábamos aunque con penas muy bajas dada la magnitud de los delitos cometidos.

Este proceso se inició hace veinte años y desde que se elevó a juicio no se incorporaron nuevas pruebas. Ya finalizó y las pruebas que podrían explicar no sólo el encubrimiento sino el papel criminal del Estado en el atentado, siguen ocultas al conocimiento de jueces y partes en los archivos secretos del Estado.

Las condenas resultaron insuficientes, y sólo se explican por el esfuerzo de los jueces para hacer equilibrio entre la demanda social de justicia en la causa AMIA y las presiones del gobierno y AMIA/DAIA por las posibles consecuencias posteriores que veremos en poco tiempo más.

Después de la sentencia, distintos observadores reconocieron que el papel de los familiares de las víctimas fue determinante para alcanzar este resultado. Aún así, la sensación de que no se hizo justicia fue generalizada. Nadie quedó satisfecho.

Pero, por pequeño que fuera este paso, las condenas son un logro indiscutible de la lucha de los familiares y amigos de las víctimas por Verdad y Justicia, prácticamente en solitario.

Fueron condenados el ex titular de la SIDE y su segundo hombre, el ex juez y los dos ex fiscales que fingieron una investigación y el responsable de la Policía Federal a cargo de colaborar con Galeano. Las condenas de las principales figuras políticas del Estado fueron logradas quebrando veinte años de resistencia de los distintos gobiernos, de AMIA y DAIA y hasta de la injerencia de gobiernos extranjeros. La absolución de Menem sólo se explica por este esfuerzo de equilibrismo jurídico y político: el ex presidente no podía desconocer lo que sucedía.

Pese a que los fundamentos aún no se conocen, no hay nada para festejar.

A 25 años del atentado, ya pasamos 7 años enfrentando debates en juicios orales… y la investigación del crimen todavía no comenzó.

La sentencia no terminó con la impunidad como algunos medios de prensa interpretaron. La impunidad que se preserva es la de los autores del atentado. Y aquí apenas se condenó por hechos “menores”, cometidos por altos funcionarios del Estado en la instrucción de la causa AMIA.

El Tribunal se negó a extraer testimonios contra la SIDE y el juez Santa Marina tal como lo solicitamos. Este juez, todavía a cargo del juzgado federal de Lomas de Zamora, se dedicó a armar con la SIDE causas paralelas a la de Galeano.

Los jueces se negaron a impulsar una investigación judicial contra ellos. Tampoco reconocieron la envergadura de las acciones delictivas denunciadas contra la SIDE, a pesar de los testimonios que dieron cuenta de que el atentado fue una operación controlada por el servicio de inteligencia. Sólo lo limitaron al pago a Telleldín y a su participación necesaria en el encubrimiento de la pista Kanoore Edul.

Con su negativa a dar impulso a las denuncias que escucharon en las audiencias, obligan a las víctimas, otra vez, a ponerse al hombro denuncias y sostener futuros juicios, mientras la Unidad Fiscal de Investigaciones AMIA se encuentra en vías de disolución.

De esta manera, los jueces limitaron los alcances de la lucha contra la impunidad al desestimar la denuncia de que estos hechos fueron mucho más que delitos cometidos de manera individual: fueron parte de una “maniobra global”, reconocida hasta por los fiscales en su propio alegato.

A pesar de las condenas, y aunque parezca contradictorio, los jueces del juicio “contra el encubrimiento” quedaron por detrás de lo resuelto hace 15 años en el juicio anterior, cuando aquel Tribunal denunció la existencia de un “complot” que aquí quedó reducido a meros delitos individuales.

Los jueces, evidentemente, no vincularon esas “graves violaciones” con la “maniobra global” denunciada. Lo hicieron así para no acusar al Estado Nacional ni sacar conclusiones que lo comprometieran en un verdadero plan de impunidad.

En este marco, resulta puramente formal el haber reconocido que los delitos cometidos por los principales funcionarios del Estado fueron “graves violaciones a los Derechos Humanos”. Es una declamación. No dictaron ninguna condena ejemplificadora a la altura de ello y sólo lo hicieron para evitar la vergüenza que hubiera significado la eventual prescripción de los delitos cometidos.

En definitiva, se trata de una sentencia contradictoria, ya que las penas resultan insuficientes para un delito de la jerarquía que tienen las “graves violaciones a los Derechos Humanos”. No condenaron a la cabeza del Poder Ejecutivo, pero sí a sus principales funcionarios en el área de Inteligencia y Seguridad. Tampoco ordenaron investigar al Poder Judicial.

Aún cuando condenar a algún acusado era inevitable, la sentencia revela que los jueces no tuvieron la íntima convicción de terminar con la impunidad ni de impulsar nuevas investigaciones para poner fin a la “maniobra global”.

Con la primera línea política del Estado argentino condenada, la primera consecuencia jurídico/política debiera ser dar por superada la campaña del Estado, de la dirección judía y los medios de prensa por responsabilizar exclusivamente a Irán o Siria por la comisión del atentado.

La reacción de las direcciones de AMIA y DAIA fue inmediata. El mismo día de la sentencia, AMIA y DAIA - que entraron a este juicio como querellantes- se pasaron con armas y bagajes a las filas de la defensa de Galeano, Anzorreguy y los Fiscales ante la Casación.

El resultado de este juicio es el final de un ciclo. El Poder Judicial y la Procuración renuncian a impulsar una investigación como declamaron hacerlo hasta ahora y descargan cualquier continuidad en las espaldas de las víctimas, mientras están desarmando a la Unidad Fiscal y niegan su propia responsabilidad por la falta de investigación.

Aún con las cabezas del Estado condenadas y mientras los archivos secretos permanecen cerrados, hay una enorme dificultad general para pensar la hipótesis de la responsabilidad del Estado argentino en la comisión del crimen, y no sólo en el plan de encubrimiento.

Esta dificultad persiste, aún cuando en breve veremos cómo se van a caer las innumerables versiones de la participación internacional. Los opinólogos oficiales y oficiosos contribuyeron a generar la impresión de que el Estado nacional tuvo una responsabilidad menor en la comisión del atentado terrorista. Y al pueblo argentino le cuesta aún creer que, en un régimen democrático, el Estado nacional fue el responsable del atentado terrorista y su encubrimiento posterior.

El crimen de la AMIA es un crimen político, un crimen cometido y encubierto por el Estado y, 25 años después, su investigación todavía no comenzó. El final de ciclo es el cierre de una etapa donde todos los gobiernos prometían una investigación judicial como solución política.

Y esto se terminó. Ahora ni siquiera hay promesas.

Necesitamos otro rumbo… Alentamos una verdadera respuesta política para conocer la Verdad e impulsar Justicia.

Para superar 25 años de impunidad y encubrimiento, la única investigación posible es aquella que impulsen las víctimas superando los obstáculos de una institucionalidad que nos llevó de frustración en frustración. Proponemos constituir una Comisión Investigadora Independiente con acceso irrestricto a los archivos del Estado.

Invitamos a todas las organizaciones populares, de derechos humanos, partidos políticos y a los familiares de las víctimas a debatir estas ideas e impulsar una Comisión Investigadora como la propuesta.

APEMIA

apemia2002@yahoo.com.ar

La renuncia de Zbar y el atentado a la AMIA

Buenos Aires, 04 de febrero de 2019


ALGUNAS REFLEXIONES PARA TERMINAR CON 25 AÑOS DE IMPUNIDAD

En los últimos días, el tema del atentado a la AMIA volvió a desencadenar una crisis política que rápidamente se cobró la cabeza del presidente de la AMIA, uno de los principales aliados de la política del gobierno nacional.

Lejos de haberse superado, su renuncia deja abierto el debate sobre cómo abordar la lucha por el esclarecimiento del atentado.

Una carta dirigida a sus colegas de la DAIA, intimándolos a renunciar a las políticas que ambos compartían hasta ahora de manera pública con el gobierno, desató esta crisis. No es un secreto que las direcciones de AMIA y DAIA estaban discutiendo cómo abandonar el protagonismo judicial, en particular contra CFK y Timerman en el futuro juicio por el Memorando con Irán, que ellos mismos habían presentado como si se tratara de un paso adelante en el camino del esclarecimiento del atentado.

Después de forzar todas las instancias judiciales y hasta lograr que Bonadío impusiera la acusación reaccionaria de “traición a la Patria” que ambos promovieron, se quieren bajar de esta imputación, que se habían propuesto debatir en dos meses.

AMIA y DAIA sostuvieron estas iniciativas político/jurídicas alimentando las políticas del Estado nacional para acusar al gobierno anterior por la firma del Memorando con Irán y presentarlo como responsable de la impunidad y el encubrimiento de 25 años.


De este debate formaron parte autoridades del gobierno nacional y del Estado de Israel, que hasta hace una semana compartían actos con los presidentes de DAIA y AMIA y discutían estas políticas.

La voluntad de AMIA de renunciar a la acusación sostenida de manera común por años y la de DAIA por postergar unos meses su debate trascendió la mera lucha interna y es reveladora de la crisis de la política del Estado para el esclarecimiento del atentado a la AMIA.


RENUNCIAN A ESCLARECER EL ATENTADO

Hasta hace pocos días las direcciones de AMIA y DAIA impulsaban una política de Estado en común y acompañaban la denuncia de Nisman.

El ex presidente de la AMIA, Agustín Zbar, sostuvo públicamente que se “… van abriendo otras vías que esperamos que lleven al eje central, que es esclarecer y castigar a los responsables del atentado” (las negritas son nuestras). Otras vías… que no estaban en manos del Juez Canicoba Corral, a cargo de la causa del atentado.
Zbar pensó que tocaba el cielo con las manos porque Bonadío, hace apenas un año, fue el primer juez que afirmó “que Irán es el principal responsable” de la masacre, mientras Canicoba Corral siempre dijo que no hay prueba suficiente para esa imputación. (Publicado por AMIA el 07/12/2017. Ver en: http://www.amia.org.ar/index.php/news/default/show/news/3648)

Entonces, con la excusa de esclarecer el atentado, la dirección de AMIA se propuso “otras vías”... Y por fin, después de 24 años, encontró a Bonadío para imputar a Irán en otra causa, aunque no tuviera nada que ver con la investigación del atentado a la AMIA.
Y ahora, apenas un año después, abandona esta política y lo hace como “la única manera de preservar la unidad y la paz” de la colectividad judía. Es brutal…

Después de 25 años, la dirección de la colectividad judía reconoce que renuncia al camino que ella misma eligió y alentó, aún sabiendo que nunca aparecieron pruebas para esa imputación mientras decía que ese camino era el único que llevaba a esclarecer el atentado.
Eligió seguir manipulando los hechos, ahora en nombre de la “unidad y paz” de su colectividad y despolitizar el crimen político más importante de las últimas décadas, lo que equivale a sostener conscientemente el encubrimiento y la impunidad.
No hay manera de disfrazarlo ni de ampararse en frases bíblicas… es lo opuesto al reclamo por Verdad y Justicia.

En cada paso que dan, siembran confusión en toda la sociedad para ocultar su propio papel encubridor, tanto a nivel nacional como internacional. Definitivamente, no les interesa el esclarecimiento del atentado y subordinan cualquier resultado a las necesidades políticas del Estado nacional y sus socios internacionales.
Es importante recordar que, de acuerdo a documentos obrantes en Cancillería, desde el mismo momento del atentado el Estado de Israel propuso consensuar una versión común sobre la responsabilidad del atentado. Y desde hace años sostienen a cal y canto ese consenso sobre la supuesta responsabilidad libanesa, siria y/o iraní para preservar y ocultar la responsabilidad que tuvo el Estado nacional en la comisión del atentado y su encubrimiento posterior, evitando así cualquier investigación seria y objetiva.

Al revés de lo sostenido por la AMIA y la DAIA, las únicas pruebas que surgieron en tanto tiempo, implicaban la responsabilidad del Estado nacional en, al menos, el encubrimiento del atentado. Y más recientemente, algunos testimonios brindados en el juicio oral en curso dieron cuenta de que el atentado fue una “operación controlada” por los Servicios de Inteligencia nacionales.

El sincericidio de uno de los principales socios del gobierno de Macri en relación a qué políticas asumir frente al atentado a la AMIA, no hace otra cosa que poner de relieve la crisis que se está incubando en la política del Estado argentino después de 25 años de impunidad. No se trata sólo de una crisis de las “internas” judías.
Es la crisis de las políticas de Estado la que se manifiesta en las direcciones de las organizaciones como AMIA y DAIA que vehiculizan estas orientaciones políticas.


¿EN QUÉ CONTEXTO SE DESENVUELVE ESTA CRISIS? 

En primer lugar, para los próximos 30 días se espera una sentencia en el juicio oral por las irregularidades y el encubrimiento cometidos durante la instrucción judicial, que tiene por acusados a Menem, Galeano, los ex fiscales, Anzorreguy y otros directivos de la SIDE y la Policía Federal, etc., todos ex funcionarios del Poder Ejecutivo y del Poder Judicial.

Este es el segundo juicio en el tema AMIA y se prolongó en exceso. Lleva más tiempo que el primero, aquél que terminó liberando a los principales acusados de ser la conexión local del atentado.
Lo que nos prometen de diferente en este juicio no debe alentar expectativas. Es un secreto a voces que todos se irán a su casa. Lo único que se puede esperar es una condena para Galeano, que será más del orden moral que de prisión efectiva. Ni hablemos de Anzorreguy… se hace “el loco” y, ya sobre el final del juicio, los jueces todavía no resolvieron su situación como acusado. Es que Anzorreguy pretende ser declarado insano y por tanto inimputable.
Y a los ex fiscales? Los van a condenar? Son conocidas las presiones del gobierno que echaron a la querella del Ministerio de Justicia para así garantizar la defensa de los ex fiscales, que acompañaron las irregularidades y el encubrimiento cometidos por Galeano.

Con la vista puesta en el futuro, un segundo aspecto de la crisis serán las consecuencias que tendrá la sentencia del juicio. Después de 20 años de comenzada la instrucción de la causa, si no hubiera condenas, ya sería motivo suficiente de escándalo. Pero si las hubiera, aunque mezquinas, los principales líderes políticos de entonces y del Poder Judicial serán formalmente culpables de los delitos que cometieron para que no se esclareciera el atentado. Y si el instructor de la causa AMIA es condenado, qué van a inventar para sostener la acusación contra los iraníes?
De una u otra manera, con la próxima sentencia estaremos al borde de un nuevo escándalo institucional que involucrará a los tres poderes del Estado en el encubrimiento.

Y todo ello sin siquiera comenzar a hablar de investigar y esclarecer el atentado y la responsabilidad criminal que le cupo al Estado argentino en su comisión y encubrimiento.

De modo contradictorio, mientras se espera la sentencia judicial, al borde del inicio de un nuevo juicio contra Telleldín y la promesa de trabajar nuevas líneas investigativas, están disolviendo la Unidad Fiscal AMIA, aquélla que debiera impulsar la investigación. Cambiaron a los fiscales que actuaron en los últimos años, nombrando en su lugar a fiscales subrogantes que atienden otras fiscalías y están asignados part-time a ésta.
La disolución se disimula vaciando a la Unidad y sin haber definido una política distinta a la instalada por Nisman, la AMIA y la DAIA.
El Procurador General de la Nación tiene sobre el tema una política inalterable: cambia de Fiscales, pero mantiene cerrado y obstaculiza el acceso de los querellantes a los archivos secretos del Estado, que hemos logrado poner a disposición de la Unidad Fiscal porque son prueba judicial, pero aún no tenemos el acceso a su contenido.

Siguiendo este camino de maniobras jurídico-políticas, con los archivos secretos cerrados y la negativa gubernamental y legislativa para constituir una Comisión Investigadora ¿alguien puede pensar que en el futuro habrá “Verdad y Justicia”?

Por último, en pocos meses más, se cumplirán 25 años del atentado… Y todavía no comenzó la investigación de qué pasó, cómo fue posible este crimen, hasta hoy considerado el crimen antisemita más importante desde de la Segunda Guerra Mundial y, por lejos, entre los crímenes políticos más graves que registra la historia argentina después de los bombardeos a Plaza de Mayo en 1955.

Lo que está en crisis, entonces, es la política del Estado argentino, de gobierno en gobierno, a lo largo de 25 años.

CUÁL ES LA PERSPECTIVA

Pasaron 25 años y aún no se sabe nada… no sabemos qué encubren los encubridores… Ni hablemos de quiénes son los responsables….
Desde Menem para acá, cada gobierno hizo su aporte para que no se investigara nada y siempre lo hicieron en nombre de un supuesto compromiso institucional para “avanzar” en la investigación. La DAIA y la AMIA los acompañaron de maniobra en maniobra, de manipulación en manipulación. La Alianza usó la causa AMIA para mostrar la calidad institucional del Poder Judicial que esperaban alcanzara el cenit con el trabajo de Galeano y la SIDE. Terminó mostrando que era una estafa fabricada para hacer creer que se había esclarecido lo que llamaban “conexión local”.
El gobierno de Kirchner fue el primero en acusar formalmente a Irán de ser la conexión internacional, y usó la causa AMIA para sostener su alineamiento internacional con Estados Unidos e Israel contra el llamado Eje del Mal.
En su segundo mandato, a Cristina Kirchner le tocó cambiar de rumbo y usar la causa AMIA para alentar el acuerdo internacional de Obama y las grandes potencias con Irán. En el terreno local, apuró el juicio “por el verdadero encubrimiento” publicando solicitadas en medios locales e internacionales para hacer “un llamado a la sociedad argentina y a la comunidad internacional” a poner atención sobre el sistema de justicia penal y apoyar el Memorando negociado con Irán.
El gobierno de Macri, que dejó caer el Memorando bajo la presión de Netanyahu y sus socios de AMIA y DAIA, es parte del encubrimiento “histórico” del Estado sin siquiera tener alguna iniciativa para presentarse como interesado en su esclarecimiento. Su única intervención fue para tratar de salvar a los ex fiscales en el juicio del “encubrimiento”. El Parlamento, cuyos principales dirigentes apoyaron la creación de una Comisión Investigadora hace dos años, nunca concretó el debate sobre el tema dejando pasar el encubrimiento del Ejecutivo y del Judicial.

En este contexto, en vísperas del 25° aniversario de la masacre impune, las iniciativas políticas del Estado y sus socios están agotadas. El Estado que hace bandera de la defensa de los derechos humanos en el mundo es incapaz de comenzar una investigación de este atentado terrorista que involucra al Estado en democracia.
La institucionalidad misma queda cuestionada y está agotada después de haber sembrado una ilusión: la de esclarecer un crimen de Estado por la vía jurídica y, encima, ocultando las pruebas durante 25 años.

¿Qué es lo que el pueblo argentino no puede conocer?

En estas condiciones, ¿qué esperanza se puede alentar con futuros juicios que sólo pueden tener un carácter burocrático/administrativo y serán ajenos, por completo, al sentimiento popular y de las víctimas por Verdad y Justicia?

Persistir en el camino de AMIA, DAIA, el Estado argentino y sus socios internacionales, no nos puede llevar a buen destino. No se trata de hacer una interpretación moral del papel encubridor que eligieron AMIA, DAIA y los sucesivos gobiernos para defender sus propios intereses.

Esclarecer el atentado a la AMIA, un crimen de terrorismo de Estado, es una lucha política contra todos ellos.

Es necesario abrir un debate nacional sobre el esclarecimiento del atentado a la AMIA, una verdadera causa nacional y de la lucha por los derechos humanos en nuestro país, que fue manipulada hasta el hartazgo, operaciones políticas y de prensa mediante.

Y ese debate debiera contemplar el reclamo por la apertura inmediata de los archivos secretos, el acceso irrestricto a los mismos por el conjunto de la población argentina y la conformación de una Comisión Investigadora integrada por personalidades de distintos ámbitos de la vida nacional y los familiares de las víctimas en el marco del Congreso Nacional.

Es la oportunidad que nos plantea esta crisis.

El destino de la lucha por Verdad, Juicio y Castigo a los culpables se encuentra junto a las organizaciones populares, los organismos de derechos humanos, agrupaciones estudiantiles y de trabajadorxs, y no en las interpretaciones bíblicas ni en las manipulaciones a las que nos tienen acostumbrados.
                                                                                                                                APEMIA

                                                                                                           apemia2002@yahoo.com.ar